domingo, 20 de junio de 2010

Y tú ¿qué dices?

"Y vosotros ¿quién decís que soy?" ¡Qué fácil sería contestarte lo que dicen los demás! Pero, cuando esa pregunta se vuelve personalizada... no lo parece tanto! No es fácil responderte, Señor, cuando nos preguntas por Ti. Todo se vuelve silencio, enmudecemos temiendo decepcionarte en la respuesta... Parece imposible responderte con palabras, pues lo que Tú significas, Cristo, para nosotros es tan profundo que parece inexplicable. Las palabras se vuelven vacías.
Lo único que podemos decirte es... "Yo, creo en Ti" ...te hemos dicho , y queremos mantenerlo para la vida!
Ojalá pudieramos responderte a esa pregunta con hechos, en el día a día, haciendo de la respuesta vida, y una vida de entrega. Teniéndote a ti, Jesús, como principal modelo.

"El que quiera venir en pos de mí..." En éste, tu camino, parece todo tan contradictorio! Nos invitas a cargar cruces, a perder la vida para salvarnos, a negarnos a nosotros mismos, a padecer contigo, a acompañarte en el sufrimiento... ¡Nos cuesta entenderlo, Señor... pero queremos seguirte! ... seguirte para alcanzar la vida eterna, esa Gloria y ese cielo que nos tienes prometido.

1 comentario:

Chiara dijo...

De cual sea nuestra respuesta a la pregunta "Y tú, ¿quién dices que soy?", va a depender nuestra vida.
Hace poco encontré una oración de Madre Teresa de Calcuta que decía:
"Señor Jesús, eres la vida que quiero vivir, el camino que conduce al Padre, el amor que quiero amar, la alegría que quiero compartir.
Jesús, tú lo eres todo para mi: sin ti no puedo hacer nada. Es para ti, contigo y en ti que puedo vivir. Te he encontrado en muchos sitios Señor, he escuchado el latir de tu corazón en la quiete perfecta de los campos, en el tabernáculo oscuro de una catedral vacía, en la unidad de mente y corazón de una asamblea de personas que te aman.
Te encontré en la alegría, donde te busco y a menudo te encuentro. Y siempre te encuentro en el dolor. El dolor es el toque de campana que llama la esposa de Dios a la plegaria. Te vi en la sublime aceptación y en la inexplicable alegría de aquellos cuya vida es atormentada por el dolor. Pero nunca he logrado encontrarte en mis pequeños "males" y en mis banales disgustos. Señor, yo creo. Mi fe me ayuda.”
Admirable respuesta a la pregunta, "¿Quién soy yo para ti?"