domingo, 28 de febrero de 2010

Dime de qué tamaño son tus problemas y te diré donde vives



La realidad nunca nos deja indiferentes, o quizá mejor, nunca debería dejarnos indiferentes. Debería ponernos en nuestro "sitio" y darnos la clave para no convertir un problema del tamaño de un guisante en un problema del tamaño del globo terráqueo.
Cuando todavía no hemos asimilado la desgracia de Haití, otras muchas noticias nos han asaltado en nuestro día a día: inundaciones en el sur de España en las que la gente ha perdido todo aquello que había ganado con el esfuerzo del trabajo cotidiano; terremoto en Chile con nuevas fotos impactantes de edificios partidos por la mitad y con casi ya más de doscientos fallecidos...
Quizá el titular que le podríamos poner a toda esta realidad (por cierto, tan real como real es nuestra comodidad!) es el de: "La Cuaresma del mundo". Añadamos TODAS las realidades que conocemos de tantos miles y miles que no viven como nosotros. ¡Señor, cuánto dolor y sufrimiento real y permanente!
En un primer momento, casi uno se siente mal por vivir donde vive... pero los sentimientos de culpa nunca son fecundos, más bien son anestesiantes... y, en resumen, nada evangélicos.
En un segundo momento, me viene a la mente y me interpela en el corazón una de las frases de la M. Cecilia Cros: "No crearnos problemas ni creárselos a Jesucristo". Creo que la actualidad de estas palabras salta a la vista... suficientes problemas tiene Jesucristo con tanto dolor del mundo, como para que nosotros vayamos con nuestras "pequeñeces" puestas en una bandeja para que alguien nos las acaricie.
Nosotros no somos de los "preferidos" del Señor, porque esos hace ya dos mil años que son los pobres, los enfermos, los moribundos, los huérfanos, los trastornados... Nosotros somos de los invitados a estar junto al Señor pero para SERVIR como Él sirvió. Ese servicio, esa entrega, esa generosidad, ese perder la vida para que otros la tengan... y con el telón de fondo del sufrimiento de las tres cuartas partes del planeta, es lo que nos debería quemar y urgir por dentro.
Señor... de cuántas cosas me has librado! Señor... cuántas oportunidades me has dado! Pero... Señor... si no me pongo manos a la obra, temo el día en que nos veamos cara a cara porque tu mirada me dirá: "De tantas facilidades que a ti te di para poder servir a mis preferidos... ¿qué hiciste de ellas?"
Ojalá nos gastemos generosamente en bien de aquellos que nos rodean, sin crearnos problemas que, hoy por hoy, puestos en una portada de periódico, harían reir...

4 comentarios:

Leticia dijo...

Aunque sean pequeñeces, hacemos de nuestros "problemas" una montaña. Nos autobloqueamos y no pensamos con claridad. Sí, cuesta asimilarlos y aceptarlos.
Pero, si Dios lo quiere así, si te lo piden, si te lo gritan, si te lo dicen a buenas.. o a malas... conviértete, transfórmate (como el Ev. de hoy)
Pongamos nuestros problemas a un lado... y centrémonos en lo que Ntro Señor quiere de todas y cada una de nosotras, servir a los que realmente los tienen.
El acento no está en nosotras sino en Dios, y si está en Dios, está en los que nos piden ayuda.
(Ojalá fuera tan fácil en la práctica, eh?)

"Señor, dame tu gracia para poder seguir"
Ante nuestras pequeñeces...Talitá kum!

;-)

Chiara dijo...

Hoy con las chicas hemos pasado la tarde en una casa-familia de personas con diferentes tipos de discapacidades, casi todas profundas.
Luego, un chico de 15 años de la casa familia de menores nos ha explicado su historia y con ella, parte de los problemas a los que ha tenido que enfrentarse hasta ahora.
Nos quedamos literalmente sin palabras y con el corazón encogido. Qué poco acostumbradas estamos a los problemas reales. Nos han dado sin duda una gran lección de vida.

MartaMN dijo...

Gracias por esas palabras, que aunque sabidas las necesitamos como el pan nuestro de cada dia; para no olvidar, para seguir por ese camino que Nuestro Señor nos muestra y que queremos firmemente recorrer.
Gracias, porque somos hombres y mujeres de la cotidianidad,que necesitamos de la Palabra diaria, de la Eucaristia diaria, de la fidelidad diaria, de la entrega diaria. Nuestro Señor nos conoce muy bien!!!

Cris dijo...

Si queremos hacer reír a Dios simplemente tenemos que contarle nuestros problemas!!pero... ¿serían problemas nuestros problemas?