Anhelo, sed, expectación. Eso es lo que nos invade cuando sentimos que se aproxima algo que deseamos de veras. Pues eso es este Adviento. Tiempo para los grandes sueños. Solo los mediocres o los desesperados renuncian a soñar.
Pues bien, si nos asalta la rendición, es tiempo de nuevo para alzar la cabeza, mirar a lo lejos, bien fuera, bien dentro. Dejar que resuene como una promesa el grito de un Dios que atraviesa el tiempo para decirnos: “Se acerca vuestra liberación”.
Pastoral, SJ.
Que el anhelo de esta espera, sea la esperanza y la fortaleza para acercarnos cada día a ese pesebre donde se produce el misterio de la Encarnación, regalo del cielo, regalo para admirar,para agradecer con la mirada en el cielo y con los pies firmes en la tierra para caminar hacia ÉL.
1 comentario:
nos dijo Cristo Rey a una formación: estamos acostumbrados a los pequeños y mediocres sueños de cada día, y nos olvidamos de alzar la mirada para anelar a los grandes sueños, aquellos que dan verdadero sentido...
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