El niño del pesebre el Rey de reyes, el que reina sobre la vida y la muerte. Dice; Sígueme, y el que no está con él está contra él. Lo dice también por nosotros y no spone ante la posibilidad de escoger entre la luz y las tinieblas. Desconocemos a dónde nos quiere llevar el NIño divino en esta tierra, y no hemos de preguntárselo antes de que sea la hora. Todo lo que sabemos es que para los que aman al Señor todo concurre para su bien, y que los caminos trazados por el Señor nos conducen más allá de esta tierra.
Tomando un cuerpo, el Creador del género humano no nos ofrece su divinidad. Dios se ha hecho hombre para que los hombres llegáramos a ser hijos de Dios. "¡Oh admirable intercambio!". Es para esta obra para la que el Salvador ha venido al mundo. Uno de entre nosotros había roto el lazo de nuestra filiación de Dios; uno de entre nosotros debía atarlo de neuvo y expiar la falta. Ningún retoño del viejo tronco, enfermo y degenerado, hubiera podido hacerlo; era necesario que sobre este tronco se injertara una nueva planta sana y noble. Y así es que llegó a ser uno de nosotros y al mismo tiempo más que eso; uno con nosotros. Esto es lo más maravilloso del género humano: que todos seamos uno...Vino para formar con nosotros un cuerpo misterioso: él, el Jefe, la cabeza; y nosotros, sus miembros.
Si aceptamos poner nuestras manos en las del NIño divino, si respondemos SI a su Sígueme, entonces somos suyos y el camino está libre para que pase a nosotros su vida divina. Éste es el comienzo de la vida eterna en nosotros. No estamos aún en la visión beatífica en la luz de la gloria, estamos todavía en la oscuridad de la fe; pero no es ya la oscuridad de este mundo, es estar ya en el reino de Dios.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
lunes, 10 de enero de 2011
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1 comentario:
Me ha gustado esto..."Si aceptamos poner nuestras manos en las del NIño divino, si respondemos SI a su Sígueme, entonces somos suyos y el camino está libre para que pase a nosotros su vida divina."
Gracias Aurora.
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