Cuando nos encontramos delante de un icono podemos inclinar la cabeza sin preocuparnos de caer en idolatría... rezar delante de un icono es como hacer una profesión de fe. Pero para poder profesar nuestra fe hay que saber leer lo que está escrito en esta imagen. La primera cosa que me llamó la atención fue justamente esto, que un icono no se pinta: se escribe.
El icono es teología pintada.
El icono es teología pintada.
En estas imágenes la Iglesia escribe el rostro de Cristo porque confesamos que se hizo hombre, de carne y huesos: que le vieron, le tocaron, le oyeron... cada vez que miramos al icono recordamos que Él se hizo hombre para que nosotros podamos llegar a ser como Dios. Por esto la pregunta que hay que hacerse delante de él es: ¿cómo va mi camino detrás de Jesús? ¿a qué distancia estoy de la santidad?
Las novicias de España hemos tenido la suerte de escribir un icono... ¿qué mejor regalo para la primera profesión? Ha sido una experiencia profunda de oración y hemos vuelto enriquecidas y llenas de agradecimiento hacia la Congregación que nos ha hecho este regalo.
Las novicias de España hemos tenido la suerte de escribir un icono... ¿qué mejor regalo para la primera profesión? Ha sido una experiencia profunda de oración y hemos vuelto enriquecidas y llenas de agradecimiento hacia la Congregación que nos ha hecho este regalo.
El icono se trabaja mañana y tarde, todo el día, con mucha paciencia se pone capa sobre capa, se definen los rasgos de los rostros y las líneas de las túncas, que luego se cubrirán con la pintura.
Tantas horas concentradas en pintar son un momento privilegiado para poder recordar todo lo que en estos dos años de noviciado hemos vivido y recibido. Hemos reado por todas las personas que nos han ayudado en el camino de fe y nos han dado algo de sí. Hemos pedido al Señor ayuda para el futuro y compañía para el camino que nos queda, pero sobre todo, le hemos pedido que sea Él quien consiga dibujar en nosotras su rostro.
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