jueves, 26 de marzo de 2009

EL PERAL

Tiempo de Cuaresma, tiempo de cambio, tiempo de belleza y sobretodo tiempo para florecer y dar fruto...
Éstas son las flores del P. Manyanet, y nosotras...
¿ qué flores estamos dando?

domingo, 22 de marzo de 2009

Reflexionando... si hubiera estado allí

Comparto con vosotras una canción que me ayudó a meditar la pasión de Cristo, como si presente me hallase...
...Si hubiera estado allí, mi Jesús...
Pensándolo mejor, también yo estaba allí!!

sábado, 21 de marzo de 2009

jueves, 19 de marzo de 2009

Madre Cecilia Cros

"Momento sublime y transcendente si logra despertar nuestra responsabilidad de acción y sobre todo de vida sobrenatural. Si, exuberancia de vida sobrenatural supone nuestra vida de apostolado, sin aquella nos agitaríamos hasta el agotamiento tal vez, pero no obraremos el bien que Jesucristo espera de nosotras. "
Carta de la M. Cecilia Cros, 1951

Me llama la atención este texto, en este periodo especial que es la cuaresma me parece el texto justo...porque nos invita a vivir con exuberancia, pero no la exuberancia de quien hace grandes cosas, sino la exuberancia de Nazaret, del día a día, en las pequeñas cosas, en vivir estos signos que el Señor nos regala y que transforman cada día haciendolo diferente. Espero que esta exuberancia esté presente en nuestras vidas y que vaya acompañada con la responsabilidad de acción, porque sabemos que el Señor está esperando que hagamos esto para Él, para las personas que conocemos y para aquellas que encontraremos en el futuro.

martes, 10 de marzo de 2009

50 Aniversario de la muerte de M.Cecilia Cros

"Iré con el Gran Pequeño de Belén, a través de su lección síntesis "darse". Sea esta nuestra Obsesión común de este año, darse sin medida... de una sola pieza... en optativo... no fría y resignadamente. Darnos... gastarnos... deshacernos en servicio de Él y de ellos. He aquí nuestros amores: Jesucristo y nuestro Instituto, que es la Iglesia, nuestra Comunidad, nuestras Hermanas todas"

"...tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a SERVIR y a dar su vida como rescate de muchos" (Mc 10,45)

Estas fueron las palabras que me vinieron a la mente cuando escuché este fragmento de una de las cartas de M.Cecilia. Darse por amor, entregarse desinteresadamente olvidando cualquier tipo de protagonismo, cualquier tipo de comodidad. Para poder entregarnos de esta manera tenemos que desprendernos, salir de nosotras mismas hasta el punto de ponernos en el lugar del otro.
Podremos entregarnos un día, dos, tres...pero si nuestras bases no están bien cimentadas llegará un día en que todo perecerá. Si nos olvidamos de contar con Dios y con la Congregación, nos hundiremos... Jesús se daba sin medidas, sin horario alguno...siempre, a cualquier hora, en cualquier lugar estaba disponible para todo aquel que le necesitase... actuaba así porque confiaba plenamente en el Padre...en su amor. Ante esto, ¿qué menos podemos hacer nosotras si queremos parecernos cada día más a Él?
GRACIAS M.Cecilia...

domingo, 8 de marzo de 2009

El Rey de las montañas, por D. Daniel Padilla

Algún misterioso hechizo ejercían las montañas sobre Jesús. Algún acicate suponía en su andadura. O quizá era simplemente un símbolo que él utilizaba para estimularnos en nuestro camino hacia lo alto. Y es que la montaña curte a los escaladores, les obliga al sacrificio y la superación, templa su ánimo, y les descubre horizontes increíbles, tanto delante de sus ojos como en su propio interior. Por eso, Jesús subía a las montañas. Para brindarnos desde ellas caminos hacia "lo trascendente", para enseñarnos a trabajar en nuestra propia "transfiguración". Hoy el Evangelio nos cuenta con detalle su "transfiguración" en el Tabor. Ocurrió ante el asombro y el gozo de Pedro, Santiago y Juan que quisieron perpetuar el momento: "¡Qué bien estamos aquí!". Pero me apresuro a decirles que Cristo no fue el escalador de una sola montaña. Subió a muchas. Y puntuó en todas. Podríamos llamarle "el rey de las montañas". Y si recorren conmigo esta especie de guía de montañismo de Jesús, verán que lo que se desprende de todas sus escaladas es siempre lo mismo: una invitación a bellas "transfiguraciones", la nuestra y la de los demás.
- El monte de la Cuarentena. El Djebel Garantal. Es un monte árido, inhóspito, seco. A su planta se ve el Mar Muerto, todo lleno de sal, asfalto y azufre, semejando una lámina grisácea. A este monte subió Jesús para ser tentado por Satanás. No parece por tanto una escalada gloriosa. Es más bien una página de humillación. Pero, ¡ojo!, que este Jesús que se deja tentar tan descaradamente nos está predicando que la victoria sobre la tentación es también camino de transfiguración. Pablo hablaba de "sacar provecho en la tentación".
- El monte de las bienaventuranzas. He ahí otra cumbre desde la que se nos propone "resplandecer como el sol y como la nieve". En efecto, la puesta en marcha del "sermón de la montaña" y la aceptación del espíritu de las bienaventuranzas han sido y serán siempre la receta infalible de la verdadera transfiguración del hombre y de la Humanidad. El hombre que se decide a vivir "con amor" la pobreza, la mansedumbre, la aceptación del dolor, la persecución, se "transfigurará" e irradiará luz a los demás. Las gentes de su lado dirán: "¡Qué bien estamos aquí!".
- El monte Calvario. ¿También es un Tabor esta montaña? ¡También, amigos, también! Es verdad que el Jesús de la cruz, como dijo Isaías, "parece más un gusano que un hombre; no hay en él belleza alguna". Pero ésa es precisamente la paradoja del Calvario: "Por la Cruz a la Luz". San Juan de la Cruz, especialista en oscuridades y muertes, escribió: "Aunque tinieblas padezco -en esta vida mortal- no es tan crecido mi mal –porque si de luz carezco- tengo vida celestial". Entienden por qué Pablo exclama: "¿Dónde está, muerte, tu victoria?".
- La montaña de la Ascensión.- Es el trampolín hacia todas las "transfiguraciones". La de Jesús y la nuestra. La de Jesús, porque, en ese momento salta "a aquella gloria que tuvo desde el principio", ya que nunca dejó de ser "Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios Verdadero". Tabor definitivo, pues, y completo